Evidentemente, para estar seguros de un diagnóstico deberíamos ir a un especialista, pero esta prueba nos puede dar pistas muy útiles en solo 60 segundos.
Producimos, por término medio, algo más de un litro de saliva al día. Lo que supone unos 35.000 litros a lo largo de la vida. Ese líquido, a veces molesto, dice mucho de nosotros. Casi cualquier enfermedad o sustancia que puede detectarse en la sangre también se puede desenmascarar por la saliva. La boca, en general, es un buen indicador de un gran número de enfermedades. Por su olor, por ejemplo. Pero también por su color y su espesura.
El truco de la cuchara consiste en raspar la lengua hasta que rellene el cubierto, después envolver en plástico la muestra y más tarde esperar un minuto. Dependiendo del color que tome la saliva podemos intuir uno u otro problema. Evidentemente, para estar seguros de un diagnóstico deberíamos ir a un especialista, pero esta prueba nos puede dar pistas muy útiles en solo 60 segundos.
En tiempos en los que las listas de espera con el especialista son largas, el truco de la cuchara puede paliar nuestra impaciencia por tener alguna pista de lo que nos sucede. No hace falta nada más que un par de minutos.
Por el olor, por ejemplo, podemos deducir que padecemos alguna clase de diabetes. Cuando los niveles de azúcar en la sangre no están estabilizados, el cuerpo, debilitado, no puede luchar contra las bacterias que pueden causar infecciones. Pero si tiene olor a fruta o acetona, puede indicar una complicación grave. El PH de la saliva da muchas pistas sobre su salud.
Problemas renales
El olor a pescado, o a orina o amoniaco, puede implicar que hay un problema de insuficiencia renal. Los riñones se ocupan de eliminar sustancias tóxicas en la sangre a través de la orina. El sabor amargo puede deberse a las bacterias acumuladas durante la noche, pero ese proceso se multiplica si dormimos con la boca abierta, lo que puede indicar que padecemos apnea.
Un color anaranjado es indicador de problemas renales, incluyendo enfermedades crónicas. Si el color es violáceo significa niveles de colesterol alto, bronquitis o problemas circulatorios. La saliva blanca es signo de afecciones respiratorias. Un color amarillento o blanco espeso significa deficiencias en la salud bucal o problemas en la glándula tiroidea. El color blanquecino tiene que ver con la falta de líquido y mayor solidez de la secreción.
En la boca se pueden hallar más de seis millones de bacterias de 600 tipos distintos. Muchas de ellas son beneficiosas para la salud.
Otras, no tanto. La saliva, que está compuesta en una enorme proporción por agua, tiene, además de facilitar el ‘test’ de la cuchara, varias funciones básicas: cicatrizar, digerir, percepción del sabor, lubricar y proteger.
Fuente: El Confidencial