Cuando queremos estar en forma o conseguir músculos más marcados aumentamos la cantidad de veces que vamos al gimnasio, y las rutinas se convierten en más fuertes o duras.
Se suele decir que todos los extremos son perjudiciales y es completamente cierto. Si bien practicar deporte es bueno para la salud si hacemos demasiado ejercicio podemos sufrir las consecuencias.
En este artículo te contaremos cómo detectar un exceso en las rutinas del gimnasio.
Amar el ejercicio está bien. Excedernos, no
Cuando queremos estar en forma o conseguir músculos más marcados aumentamos la cantidad de veces que vamos al gimnasio, y las rutinas se convierten en más fuertes o duras.
Con el objetivo de conseguir resultados rápidamente quizás nos olvidamos de que el organismo necesita ir adaptándose de a poco a las nuevas exigencias.
Al principio todo parece perfecto, ya que nos miramos en el espejo y nos damos cuenta de los cambios. Sin embargo, luego el cuerpo “se rebela” y no está a gusto con la cantidad o la intensidad de actividad física que le exigimos.
Esto también les sucede a aquellas personas que ya han bajado de peso o disminuido la grasa. Aun los más deportistas pueden sobrecargar los músculos y lesionarse.
Ninguna persona debería ejercitar más de 90 minutos seguidos y, como máximo, cinco veces a la semana.
Es muy importante permitir que el cuerpo descanse y sobre todo escuchar las señales que nos ofrece para que nos detengamos un poco.
La actividad física es algo muy personal y nadie mejor que uno mismo para saber si se está extralimitando.
Podemos utilizar la Escala de Borg para medir la dificultad de los ejercicios y cómo eso puede repercutir, por ejemplo, en nuestra frecuencia cardíaca.
Básicamente podemos determinar qué experimentamos con una rutina en particular.
Las variables son: 0 (nada), 1 (muy leve), 2 (leve), 3 (moderado), 4 (un poco intenso), 5 (intenso), 6 (más intenso), 7 (muy intenso), 8 (demasiado intenso), 9 (muy muy intenso) y 10 (extenuante).
Si cada vez que vamos al gimnasio nuestra “tabla personal” está por encima del 6 o del 7 puede deberse a que estamos entrenando más de lo que el cuerpo puede soportar.
Si nos mantenemos en 5 o 6 sería lo normal, ya que el organismo necesita cierta dificultad para lograr resultados.
Signos de que se hace demasiado ejercicio
¿Cómo definir un límite? ¿De qué manera podemos saber si estamos entrenando con más intensidad o cantidad de lo recomendable? Estas son algunas de las señales que nos envía el cuerpo… ¡Préstales atención!
1. Tardamos en recuperarnos
Un claro indicador de que nos hemos pasado de la línea es que no podemos recuperarnos tras el entrenamiento.
Nos cuesta respirar, no tenemos energía, sentimos dolores agudos y tenemos mucha sed por más que bebamos litros de agua.
Si bien tardar un poco en recuperar el aliento después de un ejercicio o varios es normal, no lo es si pasan algunas horas de terminada la rutina y seguimos con esa sensación.
La recuperación también está relacionada a los músculos. Así, que duelan al otro día es habitual, pero que pasen varios y sigamos doloridos es una señal de demasiado entrenamiento.
2. Las pulsaciones aumentan por la mañana
Tener en cuenta la frecuencia cardíaca nos puede servir para determinar si estamos haciendo mucho ejercicio. Es fundamental medir las pulsaciones en reposo y al levantarse cada mañana.
Si a primeras horas del día están más altas que a la tarde o noche puede ser un signo de exceso de entrenamiento.
El cuerpo se estresa de tanto esfuerzo y no se recupera como debería.
3. Se siente dolor extremo todo el tiempo
Un poco de molestia muscular es normal, porque indica que hemos entrenado ese grupo muscular. Si al otro día de la rutina nos duele de forma “soportable”, no hay de qué preocuparse.
El problema reside en los dolores que no nos permiten caminar o realizar nuestras actividades cotidianas.
Sentir dolorido un músculo toda la jornada sobre todo después del ejercicio es una mala señal.
Mucha gente no le presta atención a esta señal y después sufre las consecuencias: tendinitis, luxaciones, desgarros o incluso quebraduras.
Las lesiones por deporte son muy frecuentes en personas que se exigen demasiado o buscan resultados demasiado veloces.
4. Los calambres están a la orden del día
Así como sucede con los dolores musculares también podemos experimentar calambres o agujetas tras el ejercicio.
Si solo ocurre de vez en cuando no es llamativo, porque es la manera en que el músculo alivia las tensiones. no obstante, si se convierten en la regla y no en la excepción es para alarmarse.
5. Nos cuesta dormir
Sobre todo esto sucede en quienes practican deporte después de las 6 de la tarde.
Cuando el cuerpo entra en movimiento a partir del atardecer se sobreexcita y le cuesta descansar. Ocurre lo mismo, por ejemplo, si bebemos café o alcohol antes de dormir.
Si vamos al gimnasio al salir del trabajo debemos procurar que la rutina termine no después de las 8 de la noche. Así podemos darnos un baño (en el vestuario o en casa), comer algo liviano e irnos a la cama.
El cuerpo necesita un tiempo para bajar las revoluciones, principalmente si la rutina fue muy intensa o si se realizaron ejercicios de cardio.
Fuente: Mejor con salud