Tomando estas bases, un grupo de investigadores decidió reformular las tesis de la nueva dieta nórdica, también conocida como NND (The New Nordic Diet).
Cada pueblo tiene su cultura, y esta se manifiesta también a la hora de servir la mesa. Durante mucho tiempo los especialistas han hecho mucho hincapié en las costumbres de la dieta Mediterránea para lograr una alimentación variada.
Sin embargo, poco a poco, se va descubriendo que ningún territorio tiene la clave del régimen perfecto y que existen hábitos saludables en todas las partes del planeta que merece la pena revisar y compartir.
Hace algún tiempo vimos como dos chefs del prestigioso Noma, galardonado en cuatro ocasiones con el premio al mejor restaurante del mundo por la revista ‘Restaurant Magazine’, proponían tener muy en cuenta las bondades de la alimentación nórdica.
La Universidad de Copenhague revisó hace algunos años lo que se comía en estos países, y ante los puntos fuertes de ciertos alimentos típicos, fue elaborando un nuevo régimen que cada vez tiene más aceptación.
Un poco de historia
El imaginario colectivo ha convertido a los vikingos en un pueblo orgulloso, belicoso y ceremonial. Pocos documentos nos quedan sobre la dieta que podían llevar. Con todo, algunos expertos especulan que estos pueblos tenían un régimen que era un modelo de eficiencia, y hasta de innovación, al ser capaces de sacarle muy buen partido a los ingredientes que tenían más a mano, disfrutando, además, de una importante ventaja alimenticia respecto a sus enemigos.
Desde los reyes hasta los marineros, toda la población comía carne: cerdo, ganado vacuno, cordero, cabrito y hasta caballos eran explotados para este fin. Por otro lado, la caza era fundamental y la carne de reno, alce y oso también se incluían entre sus platos.
La pesca, por supuesto, era básica para unos pueblos que pasaban largas temporadas en el mar y los pescados se conservaban y preparaban de formas muy dispares, entre ellas ahumados, en escabeche o convertidos en mojama.
Los vikingos no freían los alimentos y optaban por otras técnicas más saludables como hervirlos, dando lugar a tradicionales estofados, como el 'skause'.
Por último, las frutas y verduras provenían de entornos salvajes y las comidas se aderezaban con hierbas como el cilantro, el comino, la mostaza o el rábano picante.
Los diez principios
Tomando estas bases, un grupo de investigadores decidió reformular las tesis de la nueva dieta nórdica, también conocida como NND (The New Nordic Diet). Según el 'paper' llevado a cabo por el coordinador Emil Bruun Blauert, el chef Mathias Krog Holt, la doctora Charlotte Mithril y el emprendedor Claus Meyer existen diez principios sobre las que se cimienta este régimen:
Incluir más frutas y vegetales en la dieta, en concreto, más bayas, repollo, verduras de raíz, legumbres, hierbas aromáticas y patatas.
Prestar particular atención a los cereales de grano integral, como la avena, el centeno y la cebada.
Añadir pescados provenientes del mar y los lagos.
Comer carne de más calidad, pero en porciones más pequeñas.
Obtener más alimentos de los parajes naturales.
Consumir comida orgánica, siempre que sea posible.
Evitar los aditivos.
Adaptar las comidas a cada estación del año.
Tomar más comidas caseras.
Ingerir menos comida basura.
En buena medida, se trata de puntos basados en el sentido común. No obstante, tal y como cuenta la prensa británica, su principal valor se encuentra en que no todo el mundo tiene acceso a los alimentos de países como los del sur de Europa a un precio conveniente y estas opciones permiten encontrar alternativas tan saludables como las que se practican en el Mediterráneo.
Perder peso, ganar en salud
Según la periodista Kate Christensen, seguir los valores de la nueva dieta nórdica durante un par de semanas le permitió que sus pantalones dejaran de entrarle con esfuerzo.
Un estudio danés publicado en el 'American Journal of Clinical Nutrition' probó la NND en 181 sujetos con sobrepeso, verificando que estos acababan ingiriendo 422 kilocalorías menos que aquellos que llevaban otros regímenes, sientiéndose, además, muy satisfechos con su plan.
Por otro lado, el mismo estudio determinó que quien seguía la nueva dieta reducía entre un 20 y un 40% las posibilidades de padecer diabetes tipo 2, mientras que el riesgo de sufrir un problema cardiovascular llegaba a descender en un 45% para las mujeres y en un 23% en el caso de los hombres.
Quizás haya llegado el momento de enriquecer nuestras comidas con estos productos. Pan de centeno, nabos, carne de caza o aceite de colza suelen estar excluidos de nuestra mesa, pero según las nuevas investigaciones, son una magnífica alternativa para rebajar el consumo de grasas saturadas, sustituirlas por grasas saludables, como omega 3, y cargar el cuerpo con fibra y antioxidantes.
Fuente: El confidencial