Las cirugías plásticas son en cierto modo una necesidad cuando por ejemplo ayuda a llevar una mejor calidad de vida, pero hay muchas personas que no se sienten bien con los que ellos llaman defectos y deciden realizar algún cambio en su cuerpo y no siempre les resulta como esperaban.
Es el caso de Carol Brayan, una mujer hermosa que desde que cumplió los 40 años se comenzó a inyectarse Botox y al cabo de cumplir los 47, por llevarse de que los doctores le habían dicho que en sus pómulos y en la frente había perdido un poco de volumen decidió hacerse rellenos.
De manera que precedió a realizarse el procedimiento. Le inyectaron en la zona que no se debía inyectar en la frente y le dañaron el nervio óptico por lo que quedó ciega del ojo derecho.
“No salía de casa, me encerraba en mi habitación, no sabía si iba a sobrevivir. Pensé en suicidarme. Sentía que tenía la cabeza de un alienígena, mi frente era tan pesada que se caía y me cubría los ojos sin que pudiera ver a menos que me atara una cinta o me aguantara la frente.
Para las personas que están leyendo mi historia, espero que entiendan que son guapos tal y como son y merecen ser queridos. Nuestra perspectiva en relación a la belleza es tan imperfecta que cada vez es más extraño conoces a alguien que vea su propia belleza”.
Solo chequea como era y mira como quedó