La técnica sexual de los nueve movimientos que multiplica el placer

Para lograr orgasmos múltiples en la mujer es una de las más efectivas, y también para que los hombres lleguen al clímax con la intensidad mística que normalmente solo está reservada a ellas. Paciencia y adelante.

Que el sexo está sobrevalorado es una idea que puede venir de dos sitios opuestos.

Está quien lo ha probado poco (o nunca) e intenta convencerse de que no se pierde tanto como prometen las películas y las canciones desde que el mundo es mundo, y el que lo ha integrado en su vida como una rutina más y se acuesta con alguien con la misma alegría ramplona con la que se rasca un pie.

Si no estás en ninguno de esos extremos, puede que seas un apasionado incurable, que nunca te sientas plenamente satisfecho.

Es una postura lógica cuando sabes bien que el sexo, con dedicación, es la mayor fuente de placer y sorpresas que puede ofrecer esta vida terrenal. Y no es cuestión de parar de buscar oro solo porque ya sabes cómo funciona el abecé del pico y la pala. Si no te vale con unos sacos de carbón, si eres un sibarita del amor y quieres ir un paso más allá (o nueve), esta técnica es para ti.

Para lograr orgasmos múltiples en la mujer es una de las más efectivas, y también para que los hombres lleguen al clímax con la intensidad mística que normalmente solo está reservada a ellas. Paciencia y adelante.

Antes de entrar en harina, te recomendamos que no te hagas el héroe si aún no sabes lo que tienes entre manos (o si todo el sexo que conoces es entre tú y tus manos).

Esto es para hombres experimentados y que a la vez no hayan perdido intensidad en sus deseos. No nos referimos a que puedas eyacular cuatro veces en una tarde como los quinceañeros, sino más bien a lo contrario: a que sepas centrarte en el presente en lugar de convertir la relación sexual en un alivio mamífero sin más, y a que valores la calidad por encima de la cantidad.

Si eres muy joven, también puede funcionar, sobre todo cuando lo que sientes por la otra persona es de una profundidad excepcional.

Hablamos de que te olvides de ti mismo sin evadirte, sin usar a tu pareja como un objeto placentero, y sí fundiéndote con ella y creando algo nuevo. Si no estás preparado para eso, quizá es mejor que te olvides y evites frustraciones.

Si, en cambio, estás dispuesto a subir un escalón más en el sexo, libérate de prejuicios y prueba esta técnica, con la que disfrutarás de matices que puedes no haber experimentado jamás, aun con un pasado rico en vivencias de cama.

El mapa del tesoro

La primera vez es posible que te turbe un poco la aritmética del asunto, llegando a distraerte del disfrute del momento, pero con el tiempo se puede convertir en un proceso natural, como cuando aprendemos los pasos de un baile hasta interiorizarlos por completo.

Se trata de contar, durante el coito, siete penetraciones superficiales (solo el glande) y después dos profundas y comenzar así un ciclo en el que van aumentando las profundas y disminuyendo las superficiales. Este podría ser un patrón, a explorar y variar según tu ritmo natural:

Siete penetraciones superficiales y dos profundas.
Seis penetraciones superficiales y tres profundas.
Cinco penetraciones superficiales y cuatro profundas...

Y así hasta que las nueve sean profundas. Al terminar la serie, probablemente vuestro primer instinto, sobre todo el del hombre, sea continuar con las profundas.

Resistirse a ese mecanismo, puramente reproductivo, es apostar por vosotros en lugar de por la especie.

Para disfrutarlo más, te sugerimos que lo hagáis como colofón de una velada, no para empezar. Detente antes en otros contactos sin penetración: caricias, juegos con la lengua, miradas... Si aprendes a esperar, llegará un momento en que se te olvidará aquello por lo que estabas esperando y se sentirán plenos.

El origen de esta forma de amar está en el taoísmo, que afirma que la energía sexual masculina, el 'yang', se proyecta hacia afuera a través de los genitales.

Como según esta visión la energía femenina o 'ying' está oculta, para estimularla y hacerla brotar (hacia adentro de la mujer) hay que preparar su cuerpo llamando a las tres puertas, que se identifican, en terminología moderna, con el clítoris, el punto G y el fórnix, situado en la parte más profunda de la pared vaginal.

Dentro del fórnix hay dos zonas erógenas distintas que se pueden alcanzar con esta técnica: la anterior, que puede llevar a la chica a una rápida lubricación incluso sin otra forma de excitación implicada y que, tras un contacto continuo, desencadena el orgasmo, y el punto K, también llamado "pasaje misterioso" (por haber permanecido innombrado hasta los años 90) y que solo puede estimularse en ciertas mujeres y en ciertos momentos de forma placentera, porque puede resultar demasiado intenso.

Fuente: El confidencial

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