La lepra es una enfermedad de la piel que afecta a cientos de ciudadanos y ciudadanas de toda la geografía mundial, representando un desafío por cumplir para la Organización Mundial de la Salud, la Organización Panamericana de la Salud y las instituciones afines.
Aunque la lepra no representa un tema de Salud Pública en República Dominicana y otros países de Latinoamérica, hay personas que sufren día y noche los estragos de esta enfermedad. Según datos ofrecidos por el departamento de estadística del Instituto Dermatológico y Cirugía de la Piel, unidad Cibao, en la región Norte hay 254 personas activas con lepra de las cuales 20 están en tratamiento, lo que representa una tasa de 0.06 por cada 10 mil habitantes.
Freddy Amaury Simonó Puello, director del Instituto Dermatológico y Cirugía de la Piel, unidad Cibao, asegura que existe un gran desconocimiento respecto a la lepra, porque a pesar de que es una enfermedad que se transmite, es una de la que tiene menor riesgo y es curable.
“Hay un vínculo muy cercano entre la pobreza y la lepra. Es sencillo, los países que han eliminado la lepra lo han hecho erradicando la pobreza y mejorando la calidad de vida de sus ciudadanos y ciudadanas. Aunque la enfermedad no se origina por esta condición socioeconómica se propaga más en los espacios vulnerables”, responde Simonó, al ser cuestionado sobre el tema.
Luis Díaz, supervisor del Programa de Control de Lepra en el área del Cibao, aclara que la enfermedad es una de las más viejas de la historia, pero que su impacto y la asimilación ha variado mucho, antes los pacientes se aislaban pero en la actualidad no.
Contagio
La dermatóloga, Bethsaida Vásquez, manifiesta que la enfermedad se transmite de dos formas: por vía oral y en contacto permanente con las lesiones que tienen bacilos, con un periodo de incubación de 9 meses a 20 años. “Hay personas que van a desarrollar el cuadro clínico en cinco años y hay otros pacientes que pueden presentar la sintomatología hasta los cinco años después”, confirma.
Cara a cara
En la antigüedad, la lepra era una enfermedad bíblica, que más adelante, con el descubrimiento de la medicina se ha podido combatir. Este desarrollo ha facilitado la vida de algunas personas que la padecen.
Eugenio Gil Morel, es de Navarrete, visita el Centro Dermatológico de Santiago desde el año 1994, cuando sus brazos estaban cubiertos de manchas y una molesta comezón invadía su cuerpo.
Al conversar con Gil Morel, con ojos ya cansados y voz un poco débil, relata que: “Llegué a Santiago. Las calles y el centro eran diferentes. En principio, yo no sabía lo que tenía, cuando me dijeron que era lepra me sorprendí. Estaba tímido y triste, pero con el tiempo me he acostumbrado”.
Eugenio Gil a sus 76 años de edad le sigue ocultando a su familia que padece de la enfermedad y explica que lo hace porque desde sus inicios ha sentido miedo de ser rechazado. “He preferido callar, lo que más me agobia son las llagas que tengo en los pies. Me molestan mucho, se me forman unas úlceras. Actualmente, tengo dos llagas, pero ya están curadas. He batallado hasta el cansancio con esta enfermedad. Gracias a Dios, aquí me ayudan mucho; me dan dinero para la comida y el pasaje, además de los medicamentos”, revela Gil Morel.
Sus manos están lesionadas por la enfermedad, tienen malformación, como consecuencia sus dedos están enrocados. Según los especialistas, en casos como este solo se puede combatir las lesiones de úlceras, manchas y otras, pero las malformaciones no tienen vuelta atrás.
Diómedes Peña es más tímido que Eugenio Gil Morel, posiblemente sea la prontitud de su enfermedad. Reside en La Placeta de Nagua. Cuenta que en noviembre de 2015 tenía una mancha en la cual no sentía el calor o el frío. Al llegar al centro de salud de su pueblo le refirieron al Centro Dermatológico de Santiago y allí le detectaron la enfermedad.
Dice que a pesar del poco tiempo que tiene con la lepra, se siente más tranquilo y mucho mejor porque está recibiendo ayuda médica. “Mi mensaje es que vengan y se traten, uno se siente muy nostálgico al principio. Pero la lepra se cura”, refiere el joven.
AMPLIACIÓN DE CENTROS DE DISCAPACIDAD
¿Qué hacer?. La dermatóloga Bethsaida Vásquez recomienda a la ciudadanía que asista al médico y se trate cualquier mancha que tenga en la piel, porque la solución, en caso de que sea lepra, es la prevención de malformaciones.
También, Freddy Amaury Simonó Puello exhorta aquellos que tengan un familiar con lepra que lo apoyen y lo integren a su vida normal. Asegura que luego de que la persona recibe la primera dosis no hay necesidad de aislarla porque si durante el tiempo que estuvo sin tratamiento no se produjo el contagio, mucho menos se hará después de tomar medicinas.
Lo básico es trabajar la prevención y reducir los niveles de pobreza para de esta forma eliminar las brechas de vulnerabilidad que hay en algunos sectores.