Cuándo jugar al amigo y cuándo es tiempo de ser novio

Cuántas veces has escuchado la misma cantinela, aquella que concluye que la amistad entre el hombre y la mujer, no existe.

Lo habitual, y en términos generales, es que cuando se forma una relación con una mujer, el vínculo encuentre su camino entre dos alternativas posibles: la de amistad pura y la atracción romántica.

Esto no significa que deban ser estáticas, dentro de la misma dinámica de reciprocidad de sentimientos puede que una u otra cambie su estatus.

La situación de cambio estado puede darse naturalmente o ser impulsada por alguna de las partes. En un estudio donde 89 parejas de amigos de sexos opuestos llenaron un cuestionario acerca de su relación, los hombres tendían a ser más atraídos por sus amigas que ellas por ellos de acuerdo al Journal of Social and Personal Relationships.

Pues claro, si pasan mucho tiempo juntos solos los dos, sus salidas a menudo se sienten como citas o en sus interacciones aparece cierta energía romántica, surgen señales de que pueden convertirse en algo más que amigos.

En este punto, donde frecuentemente se origina confusión de roles, dudas y contradicciones variadas, es que surge una nueva condición: la de “amigovio”.

Propia de la Argentina, México, Paraguay y Uruguay, esta voz coloquial se expande ahora a todo el continente. “Amigovio” se ha incorporado como término válido en la última edición del diccionario de la RAE (Real Academia Española), cuya definición está impresa como “persona que mantiene con otra una relación de menor compromiso formal que un noviazgo”.

Podría decirse que es un amigo con el cual se tiene sexo. Es un gris, un punto intermedio entre una amistad y una relación de noviazgo.

En muchas ocasiones, el motor que impulsa a mantener una relación de “amigovios” puede ser tanto la necesidad de sentirse libre y sin compromisos, como el miedo a mantener una relación que se pueda proyectar en el futuro.

Allí es donde el compromiso comienza a jugar un papel fundamental. En realidad, el temor mal compromiso.

La filofobia es el miedo al compromiso emocional o amoroso, a la intimidad, a la responsabilidad o a ser herido emocionalmente. Se estima que este temor excesivo se da hasta en un 15% de la población y puede resultar en importantes problemas de pareja.

En él, entra en juego la inseguridad, falta de autoestima, miedo a sufrir una pérdida o a ser abandonado por el otro.

Otra razón, podría ser el temor a perder nuestra libertad, y tener que abandonar nuestras decisiones, ideales o estilo de vida.

Aquí es donde la situación ambigua del “amigovio” comienza a tener un motivo reconocible.

Podríamos convenir que tanto el amor es la base de una relación de pareja como que el cariño es el fundamento de una relación de “amigovios”.

La libertad de ambas partes y la falta de proyecto conjunto es el eje de una relación de “amigovios”. El acuerdo puede ser tácito, uno que no se expresa, pero se sobrentiende.

Pero también podrá ser expreso, o sea que las dos partes lo declaran de modo preciso.

En esta relación imprecisa, ambos se ven y se relacionan cuando tienen ganas o cuando coinciden sus intereses, pero no generan compromiso en la relación. Son encuentros consensuados.

Muchos especialistas coinciden que, en la actualidad, comenzamos más tempranamente la adolescencia, pero al mismo tiempo, ésta se alarga incluso más allá de los 30 años.

Los especialistas señalan que el miedo al compromiso tiene mucho que ver con esta adolescencia que se extiende en el tiempo más allá de lo que corresponde.

Quizás este sea un territorio que no necesita de pautas demasiado estrictas, ni severas. Mientras ambas partes puedan trabajar juntos en la atracción, estar genuinamente interesado en el otro y además los hombres sabemos elegir los ámbitos correctos para exponer la situación — las mujeres son generalmente muy sensibles al contexto—, todo debería fluir sin sobresaltos.

Es que la intimidad, puede actuar como un impulso incontenible para contarse más cosas y penetrar en un nivel de profundidad mayor.

El proceso de evolución sentimental en el ser humano pareciera ser un camino fácil de seguir, pero en realidad se trata de un aprendizaje que requiere recorrerlo con los todos sentidos despiertos y evitando dañar al otro.

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