Puntos negros; qué son y como combatirlos

Los poros de la piel pueden dilatarse y ser taponados por bacterias, sustancias contaminantes y sebo, provocando los conocidos como puntos negros.

Los comedones abiertos, como se les llama en el ámbito dermatológico, son una forma de acné no inflamatorio que causa pequeñas lesiones en la piel, que llaman la atención porque su parte central, el orificio del poro, adquiere un color oscuro, por lo que se convierte en un problema estético para muchas personas.

La cara –especialmente en la nariz y barbilla–es el lugar donde habitualmente aparecen los puntos negros, ya que son zonas más propensas a generar grasa y están más expuestas a los agentes contaminantes del aire que el resto del cuerpo.

Los comedones abiertos suelen afectar tanto a hombres como a mujeres a cualquier edad, pero especialmente son más frecuentes en la adolescencia y en mujeres de unos 30 años, ya que es una etapa en la que los cambios hormonales son más notables.

Y es que, mitos a parte, en la mayor parte de los casos tiene un origen hormonal, pero la producción de sebo puede estar causada por elementos como el clima, algunos medicamentos o el factor genético.

Los puntos negros suelen ser planos o tener muy poca elevación, y se forman cuando en un orificio de salida del folículo piloso se acumula sebo y queratina.

Todo ello, junto con células muertas u otras sustancias contaminantes, se acumula y al entrar en contacto con el medio ambiente, la parte más exterior se torna a un color negro al oxidarse la queratina que contiene, característica primordial de esta afección estética.

En numerosas ocasiones, después de retirar el punto negro, suele aparecer con el paso del tiempo en el mismo sitio.

Esto se debe a que el poro no tiene la capacidad de cerrarse de manera rápida, por lo que es probable que vuelvan a depositarse materiales contaminantes en su interior.

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