Estas son las pequeñas cosas que a veces pueden pasarse por alto en el hogar pero que pueden ser fatales para los niños.
Karla y Michael Ruch son dos padres responsables que siempre están pendientes de las necesidades de su pequeño hijo Emmett.
Tras cumplir su primer año, ellos decidieron realizar una fiesta pero lamentablemente el pequeño Emmett no logró disfrutarlo. En ese momento comenzó a llorar y ya nadie pudo calmarlo. ¿Qué era lo que le ocurría?
Karla Y Michael coincidieron en que lo mejor era acudir nuevamente con el médico del bebé pero al llegar al hospital este indicó que “solo se trababa de una falta de adaptación del niño al clima frío”…
Al día siguiente Emmett comenzó a toser con pequeños coágulos de sangre. Entonces regresaron al hospital. Así lograron que le hicieran una radiografía que reveló el llanto constante y la tos con sangre del bebé: el niño tenía una diminuta pila de litio atorada en el esófago.
Pero ¿Cómo llegó esa diminuta pila al esófago de Emmet? La explicación es no tardó en llegar: días atrás el control remoto de la televisión se había caído al piso. Como es común en niños de esa edad, Emmett se encontraba gateando por el salón y llevó a su pequeña boca la pila de litio.
Así se sometió a Emmet a una cirugía para extraer la pila pero el terror no terminaba ahí…
Al parecer el ácido de la pila quemó parte de su tráquea. Esto le impedía respirar por sus propios medios.
Entonces lo operaron nuevamente para que el niño pudiera respirar sin artefactos artificiales.
La operación fue todo un éxito y Emmett regresó a su casa junto a sus padres. Sin embargo quedarían secuelas por resolver: Emmett necesitaría terapia de rehabilitación del habla durante unos cuantos años hasta recuperarse por completo…