Las enfermedades mentales no identifican a una persona violenta. Tal vez, el desconocimiento hacia este tipo de patologías provoca un gran miedo que hace que nos alejemos de personas que nos necesitan.
Como a todas las personas, puede que les aflore la rabia y que se enfaden, pero eso no tiene por qué ser una consecuencia de su enfermedad ni identificarlas necesariamente como personas violentas.
No soy una persona violenta, tan solo me siento incomprendida e impotente.
Desgraciadamente siempre se ha pensado que existía un hilo fuerte entre enfermedad mental y violencia. Tanto es así, que es por esto por lo que surge la discriminación y el rechazo colectivo hacia las personas que padecen trastornos mentales.
Desgraciadamente se ha creado un gran estigma acerca de este tipo de enfermedades.
La amplitud de las enfermedades mentales
Cuando pensamos en las enfermedades mentales nos vienen a la mente los trastornos más graves que pueden existir: psicopatía, esquizofrenia, trastorno límite de la personalidad… Pero, no nos damos cuenta de que existen muchos más trastornos que son comunes y que se incluirían aquí también. Estamos hablando de los trastornos de ansiedad o los trastornos de alimentación, por ejemplo.
¿Qué es lo que ocurre entonces?, ¿por qué consideramos a una persona mentalmente enferma violenta? La respuesta se encuentra en los episodios violentos que muchas protagonizan.
Pensemos, por ejemplo, en el trastorno límite de la personalidad, también conocido como bipolaridad.
En este caso, la persona puede llevar una vida normal pero ante ciertas circunstancias puede responder con violencia.
Esto sucede, sobre todo, cuando la sintomatología aún no está controlada.
El hecho de que una persona responda de forma violenta ante una situación no la convierte en una persona agresiva.
Simplemente, es una reacción ante una circunstancia con la que no sabe lidiar porque tiene un problema. Esto no significa que tengamos que tenerles miedo a todas las personas que sufran algún tipo de enfermedad mental ni que ese comportamiento sea común para la persona enferma.
El 98% de las personas que sufren esquizofrenia no comete actos violentos a lo largo de su vida
Como bien hemos dicho, el mundo de las enfermedades mentales es bastante amplio y no todas ellas manifiestan signos de violencia.
El trastorno por ansiedad e incluso la propia depresión son trastornos mentales que impiden que la persona que los sufre lleve una “vida normal”. ¿Tachamos a estas personas de violentas o locas? ¿Les tenemos miedo? Nunca debemos generalizar en este ámbito.
Además, según datos que han sido expuestos en revistas como la Revista de la Asociación Española de Neuropsicología y World Psychiatry tan solo un 10% de las personas que sufren enfermedades mentales estarían implicadas en algún tipo de acto delictivo. Un porcentaje bastante esclarecedor.
No soy una persona violenta, mi trastorno está estigmatizado
Lo que nos queda claro sobre las enfermedades mentales es que son trastornos muy estigmatizados, pero la pregunta que nos surge es por qué.
Todas las consideraciones anteriores parten de nuestra propia cultura. A través de los libros, de la historia, de las películas, se refuerza el estigma que rodea a los trastornos mentales.
Además, tradicionalmente los centros que tratan a estos enfermos han sido considerados como lugares deben encontrarse apartados, porque cerca de la sociedad sus habitantes serían potencialmente peligrosos.
Se pensaba, afortunadamente ahora menos, que dentro de los psiquiátricos se encuentran personas que en cualquier momento podrían causarnos un daño importante por su falta de control.
Para apoyarnos en todo esto, queremos ofrecerte la posibilidad de visualizar este vídeo tan ilustrativo que presenta José Carlos Fuertes, un médico psiquiatra y psiquiatra forense de gran renombre.
Como bien dice José Carlos Fuertes casi hacia al final del vídeo, son los medios de comunicación los que muestran la realidad menos frecuente, pero la más negativa, sobre los enfermos mentales.
Esto crea una imagen sobre ellos prácticamente diabólica, que origina en la sociedad un miedo completamente infundado.
Pongamos como gran ejemplo el caso de Beth Thomas, una niña que sufrió abusos por parte de su padre desde pequeña.
Algo que desencadenó en ella una psicopatía. El caso de Beth revolucionó al mundo, tenía atemorizados a sus padres y a sus familiares.
Su problema tenía una causa que ella no eligió. Actualmente, está recuperada y lleva una vida normal.
Mi enfermedad mental no impide que pueda convivir contigo en sociedad, tampoco es una barrera para que trabajemos juntos. Tu prejuicio, en cambio, es el único límite con el que me encuentro.
Es cierto que Beth manifestó conductas violentas, pero con respecto a su familia, pues como mencionaba José Carlos es extraño que tengan este tipo de conductas con la sociedad. Son los seres más cercanos los que se ven afectados. Pero, con independencia de su enfermedad no deja de ser una persona como tú y como yo y no tenemos por qué tenerle miedo.
Con todo esto, temer a una persona que tiene una enfermedad mental no es más que una forma de ver los trastornos de manera inadecuada.
Ni todos los trastornos cursan con violencia, ni toda violencia estará dirigida a la sociedad.
¿Te imaginas sufrir un trastorno mental y que todo el mundo te evitase como un apestado sin ser una persona violenta?
Tal vez esto empeoraría tu situación. Por eso, entender en profundidad las enfermedades mentales es positivo para nosotros y para quienes las padecen. Si no, nunca les podremos ayudar.