Vivir en los extremos de los sentimientos

El equilibrio es una construcción cotidiana, no un estado permanente. Es más un ideal que una posibilidad.

Supongamos por un momento, que usted está subido sobre un péndulo que oscila. Y también que en los extremos del péndulo colocamos pares opuestos de ideas.

Por ejemplo: "temeroso-temerario", "miedo a la confrontación-decir lo que viene en gana", “impotencia-omnipotencia”, o “siempre me equivoco-los otros viven equivocándose”.

Lo que sabemos es que usted, subido al péndulo, según el lugar en el que se encuentre, sentirá, pensará y actuará de manera diferente.

Tomemos el primer ejemplo. En el polo “temeroso”, usted deducirá que cualquier obstáculo será más poderoso que usted. Sentirá temor y hasta se descalificará “con fundamentos”. Los riesgos serán evaluados como máximos y obviamente inhibirá cualquier acción.

En el polo contrario (el “temerario”), no habrá temor, los riesgos serán minimizados, se sentirá invulnerable y actuará con confianza y seguridad.

El famoso “punto medio”, por su parte, también lo sabemos, es virtual. Es más un ideal que una posibilidad. Como todo está en permanente movimiento, un “supuesto” punto medio es una utopía.

El equilibrio es una construcción cotidiana, no un estado permanente. Además, cada persona siente mayor o menor confianza ante diferentes situaciones, facilidades para enfrentar algunas y dificultades para otras (las fortalezas y debilidades). Nadie es perfecto, se suele decir.

Sabemos también que quienes habitan los polos evalúan y sienten cualquier mínimo movimiento, como un empujón sin control hacia el otro extremo. Así, en el polo temeroso, a un mínimo movimiento se lo interpreta como irreflexivo, como un “hacer sin pensar”. Y, créase o no, estas personas hasta temen volverse temerarias, una posibilidad absolutamente imposible. Y todo con total convencimiento.

En el polo temerario, en tanto, alguna propuesta de postergación es evaluada como innecesaria. Quienes así sienten, concluirán que no son tontos, que no los dejan ser felices y autónomos y que los otros intentan “meterles miedo”.

En cada uno de los polos, las ideas son extremas y cerradas al cuestionamiento; casi absolutas. Quienes habitan los extremos, tienen dificultad para pensar en los medios porque creen que el movimiento no puede detenerse más que en el otro extremo. Por eso el movimiento es sentido como vertiginoso, en un caso, y como innecesario, en el otro. Por eso lo rechazan.

¿Una propuesta posible? Construir el medio virtual hasta que se haga más real, vivible y soportable. Y con todas las dificultades que supone sacar a alguien de su zona de seguridad y comodidad.

Zona de seguridad, por lo conocido y familiar que resulta. Y zona de comodidad, justamente, por la misma razón. ¡O usted creía que bajar a las personas montadas sobre los péndulos era una tarea fácil!

Fuente: Rumbos Digital

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