(CNN) - Al parecer los “cientos de millones de dólares” que se han invertido en la pedagogía para disminuir la obesidad en Estados Unidos, no ha dado resultado, pues según un par de estudios publicados este martes en el Journal of the American Medical Association (JAMA por sus siglas en inglés), el 35% de los hombres, el 40% de las mujeres y el 17% de los niños y adolescentes en ese país son obesos.
Las cifras siguen siendo altas a pesar de la gran inversión que se ha hecho en experimentos, estudios de observación, programas en comunidades y hospitales, y en el desarrollo de dispositivos y medicamentos para prevenir esta enfermedad, dice un editorial del JAMA.
También hay pedagogía para controlar el aumento de peso en colegios, comunidades, empresas e incluso lugares de alabanza, pero la epidemia de obesidad del país de tres décadas sigue avanzando con fuerza.
“Aunque es imposible saber cuál sería el alcance de la epidemia si no tuviéramos esos esfuerzos, los datos sugieren que no hay mucho éxito”, escribieron los doctores Howard Bauchner y Jody Zylke, editor y sub editor de la revista científica.
La obesidad aumenta entre las mujeres
Según información de la Encuesta Nacional de Salud, que elimina la posibilidad de que las personas hagan reportes propios y mientan sobre su peso y estatura, los científicos monitorearon las tendencias de sobrepeso debido a las consecuencias reales para la salud asociadas con obesidad, explicó Cynthia Ogden, una de las autores de los dos estudios.
Uno de ellos específicamente observó todas las tendencias entre los adultos desde 2005 a 2014. Los resultados, basados en información de más de 2.600 hombres y 2.800 mujeres, mostraron que en las mujeres la prevalencia de la obesidad aumentó, mientras que en los hombres, permaneció igual.
De hecho, la obesidad incrementó en un 5% en las mujeres durante una década, dijo Ogden, del Centro Nacional de Estadísticas de Salud de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades.
Un cuerpo con índice de masa de 30 o más se califica como obeso y un cuerpo con un índice de masa de 40 o más se clasifica en obesidad tipo 3. Cerca del 10% de las mujeres (más del 7% una década antes) y el 5,5% de los hombres se situaron en la categoría de obesidad tipo 3.
Ogden dice que en el estudio ella y otros investigadores examinaron la raza, el origen étnico, el nivel de educación y si los pacientes fumaban para ver si alguno de esos factores pueden explicar la tendencia, pero no.
Aumenta la obesidad de los adolescentes
Un estudio separado observó específicamente todas las tendencias entre niños y adolescentes, teniendo en cuenta medidas de cerca 41.000 individuos entre 2 y 19 años, en un periodo entre 1988-1994 y 2013-2014.
Los autores del estudio examinaron un periodo de 25 años para expandir el tamaño de la información. Lo que encontraron fue que en los niños de 2 a 5 años la prevalencia de la obesidad aumentó antes de decaer en 2003 y 2004.
Para niños de 6 a 11 años la prevalencia de la obesidad subió antes de nivelarse en 2007-2008. Pero en adolescentes entre 12 y 19 años, la trayectoria ascendente continúa.
Sobre todo entre 2011 y 2014 hubo un 17% de prevalencia de obesidad y 5,8% de prevalencia de obesidad extrema entre años y adolescentes.
Por grupos de edades, esa prevalencia varió significativamente: en los menores de 5 años la obesidad se mantuvo en un 9%; en niños entre los 6 y 11 años, la cifra fue de 17,5%. En adolescentes entre 12 y 19, la obesidad prevaleció en un 20,5%.
Como en el estudio para adultos, los autores consideraron variables como sexo, raza, origen étnico y nivel educativo de la cabeza de hogar para ver si esos factores podían explicar la tendencia. Pero de nuevo, ninguna de las variables arrojó ningún resultado, según Ogden.
Los editorialistas del Journal of the American Medical Association, Zylke y Buchner, se preguntaron si la genética podría “descubrir algunos de los misterios de la obesidad”, pero añadir esta variable a la investigación podría llevar más tiempo. La prevención, dicen ellos, debe seguir siendo el enfoque incluso si las iniciativas actuales parecieran hacer muy poco la diferencia.
“Quizás sea el momento para que la comunidad médica y de salud pública acojan una relación con los restaurantes y la industria alimentaria”, dicen ellos. “Estas industrias han sido buenas en el desarrollo y mercadeo exitoso de comida no saludable; tal vez sea posible que desarrollen estrategias para promocionar alimentos saludables”.