Fumar es un acto que termina con nuestra salud. Envenenar el cuerpo, sabiendo que tiene un poder inmenso para dañar la salud se pega de bruces directamente con la imagen que nos gustaría tener de nosotros mismos. ´
Sin embargo, ¿por qué no renunciamos?, incluso, ¿por qué muchas veces utilizamos engaños mentales para callar a nuestra conciencia?
El responsable de este lavado de coco ha sido y sigue siendo la Industria Tabacalera.
Con su publicidad directa o a través de la literatura o el cine, ha conseguido que el tabaco esté asociado con el glamour, la belleza o la asertividad. En definitiva, cualidades que a las mayoría nos gustaría tener.
¿Quién no recuerda a la preciosa Marilyn Monroe sosteniendo un cigarrillo entre sus dedos de una forma tremendamente sensual? ¿Y quién no querría parecerse a ella?
Ciertamente, el tabaquismo tiene de todo, menos de sensualidad. Las tremendas consecuencias que tiene para nuestra salud y para nuestro físico ya son conocidas por todos (arrugas, mal aliento, dientes amarillos, mayor riesgo de infarto, de cáncer de pulmón…) pero aun así el ser humano sigue enganchado a esta droga, una de las más difíciles de deshabituar, debido a que está tan normalizada que ni siquiera nos percatamos de que es una droga como cualquier otra.
Mentira. A nadie le gusta fumar, aunque muchos fumadores suelen afirmar esto con rotundidad simplemente porque son adictos, dentro de ellos hay un “bicho” que les pide comida cada vez que tiene hambre, es el síndrome de abstinencia el que habla por ellos.
La prueba está en que la primera vez que probaron un cigarrillo no les gustó en absoluto, a nadie le gusta en realidad.
No tiene un olor ni un sabor agradable, pero su poder adictivo te confunde y te hace creer que en realidad te encanta para así tenerte enganchado.
Es conveniente que aceptes esta realidad y que empieces a convencerte de que sería muy beneficioso que te plantearas abandonar el tabaco de una vez por todas. Déjate de excusas: no te gusta, no te hace bien, te está matando poco a poco, tu calidad de vida es peor, molestas a los no fumadores, ha dejado de ser glamouroso…
La psicología ha desarrollado varias técnicas de tipo cognitivo-conductuales para ayudar a los fumadores a dejar el tabaco. No obstante, estas técnicas solo servirán si la persona está en la fase de preparación para la acción, es decir, si está totalmente decidida a dejar de fumar y se encuentra motivada para ello.
Por lo tanto, el primer paso, es querer cambiar y eso solo depende de ti.
Control estimular: consiste en retirar o eliminar todo estímulo elicitador de la conducta de fumar, es decir, todo aquello que hace que me entren ganas de fumar. Puede ser el café, el alcohol, ver ceniceros por casa, ir a un club de fumadores…
En ciertos casos, se recomienda incluso abandonar durante un tiempo ciertas amistades, pero si esto es demasiado complicado por lo que supone, al menos decirle a todos nuestros amigos que queremos dejar de fumar, que no nos ofrezcan o que no fumen en nuestra presencia.
Es muy importante que, cada vez que tengas unas ganas imperiosas de fumar, mantengas un diálogo interior, recordándote todo lo perjudicial que es el tabaco para ti. Además, no te escondas la verdad:tú no necesitas el tabaco, tu vida será mejor sin él, en realidad quieres dejarlo, etc.